martes, 15 de noviembre de 2011

Experiencias de mis primeros meses como presidenta

¡Hola!

Como sabéis, desde hace no mucho he comenzado mis andaduras dentro de la JEC perteneciendo al Equipo Permanente.
Quería escribir aquí para que supierais cómo he llegado y qué cosas he podido conocer gracias a este movimiento.

Muchos sabéis que mis andaduras comenzaron no hace mucho tiempo. Pero a lo largo de mi vida siempre he querido encontrar respuesta a todo lo que iba haciendo y lo que iba pasando a mi alrededor: todo lo que me ha ido sucediendo, todo lo que se me ha puesto en el camino, mis experiencias...

Ésto fue haciendo que cambiara mi modo de ver las cosas. Cristo está en esas personas que pude conocer. Está en el desamparado, en el pobre, en la gente que simplemente busca el apoyo de los demás, y que por desgracia, muy pocas veces lo tienen; y en las personas que están allí día y noche por ellos.

Ahí me di cuenta de querer entregarme a los demás.

Después de todo un proceso de plantear mi vida al servicio de los demás, me replanteé porqué no pertenecer a la JEC. Al fin y al cabo es entregar la vida por algo que creo.

Y aquí comienzo con las cosas que me ha replanteado la JEC en estos dos meses:
Cuando llegué a la JEC, y más estando dentro del Equipo, me di cuenta de que no sólo entregas tu vida a los demás, sino que acompañas a personas que también lo hacen, algo que es muchísimo más grande. Muchas veces podemos pensar que estamos sólos, que no todos piensan lo mismo, y hay momentos en los que es así. Aprender a valorar la soledad en ciertos momentos es tan grande como aprender a convivir o a compartir. Y pensar distinto a los demás hace que nos enriquezcamos. No tenemos la verdad absoluta, nadie la tiene, pero caminar juntos por una meta común hace que todo adquiera sentido.

He participado ya en varios encuentros de la JEC, pero voy a hacer especial incapié en el último: el Encuentro del Equipo de Responsables Diocesanos.

Como ya se sabe, soy un ser humano; y como ser humano no sólo tengo alegrías y buenos momentos, sino que también hay momentos duros que te hacen pensar. Como se suele decir: no se aprende de las victorias, sino de las derrotas. Y qué cierto es...

En estos meses, he comenzado a saber lo que es vivir independizada, lejos de la familia, lejos de los amigos,... Y el primer mes se lleva bien (ya sabéis, el subidón del momento), pero luego todo vuelve a su cauce: empiezas a hechar en falta a la familia (peleas con el hermano, discusiones con la madre, que te pongan la lavadora y te hagan la comida,...), a los amigos (compartir cada momento de tu vida, aportar algo a la suya,...).

Y también en un trabajo en el que a veces se siente inseguridad,... Como muchos sabéis la timidez y muchas otras cosas que no voy a nombrar, hacen que una se sienta más insegura.
Aún así sé que es parte de la vida, que es una etapa más, y que hay que vencer todas esas inseguridades para seguir caminando.

Como dije antes, os voy a hablar del Encuentro del Equipo de Responsables Diocesanos, ya que va ligado con lo anterior dicho.
Llegamos el viernes Miguel de Cáceres, Ale de Bilbao, Mª Ángeles de Miajadas y yo (digamos que vallisoletana).
Comenzamos, o más bien terminamos, la noche con una cena y una salida a tomar algo.
Fue muy bien. Un rato de relax, ya que mis miedos me estaban acechando. Comencé a darme cuenta de que, al igual que yo, somos personas con nuestros más y nuestros menos, no sabía porqué tenía miedo de hablar delante de gente que comparte las mismas metas y las mismas alegrías.

Al siguiente día llegaron los demás: Pablo de Palencia, Andrés de Valladolid, Alex y Sara de Salamanca, María y Paloma de Plasencia, Álvaro y Pepe Moreno de Badajoz.

Y continuamos el domingo tras la Eucaristía y la comida.

Como véis, no voy a ir punto por punto para que no se haga eterno, pero cada momento mereció la pena.

Fueron dos días de mucha tensión, de no saber qué decir en qué momento, ya que nunca antes había realizado ningún trabajo así, y era mi primera experiencia en un Encuentro del Equipo de Responsables Diocesanos.
Tras orar y replantear si mi vida va acorde con el Evangelio, me surgieron preguntas como: ¿Qué hago?¿Realmente estoy aquí por los demás? La respuesta estaba clara: sí que lo hacía; pero, ¿de qué modo servía para los demás?

Tras varias conversaciones con Pepe Moreno, Mª Ángeles y Pablo, empecé a replantearme que, todos nos enriquecemos de un modo u otro. Muchas veces creemos que por no saber qué hacer o qué decir en ciertos momentos, es que no estás aportando nada. Y no es así, sino que la manera en la que estás aportando se hace visible de otra manera. Es importante saber que el estar ahí para los demás también es aportar, que si todos aportamos un granito de arena podemos hacer una montaña, y que no hace falta aportar un saco entero si realmente no se está todavía preparado para ello.

También quiero compartir algo que leí en el Twitter de Álvaro que creo también importante. Escribió lo siguiente: “Recién llegado del encuentro de responsables diocesanos con la alegría renovada”.

Desde mi experiencia, sucedió lo mismo. Como comentamos en la Asamblea General: “La característica principal de un cristiano es la alegría”.

La alegría se encuentra en muchos sitios, momentos y personas, y tener encuentros con gente y sentir que has renovado la alegría significa que todo ha merecido la pena.

Y ya me despido, con la alegría renovada y poniendo nombre a mis miedos e inseguridades.

Espero que mi pequeña experiencia de dos meses y pico os haya servido de algo. Al igual que espero que vuestras experiencias me enriquezcan.

Un fuerte abrazo a todos,

Ana

1 comentario:

  1. Yo también comparto esa alegría y esa experiencia de una iglesia viva en la juventud estudiante católica, con personas que tienen todo el sentido de arriesgar el talento en la debilidad pero sobre todo en la confianza del Padre. Besazos del consiliario :

    http://blogs.21rs.es/losada/2011/11/14/responsables-diocesanos/

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