jueves, 17 de noviembre de 2011

La solución está en los jóvenes: no a los recortes en educación

Desde el movimiento Juventud Estudiante Católica, formado por jóvenes estudiantes de institutos y universidades de toda España, nos sentimos afectados por la situación que está sufriendo actualmente la educación en nuestro país, concretamente por los recortes presupuestarios que afectan más directamente a la educación secundaria en algunas comunidades. Por ello, queremos analizar, reflexionar y dar a conocer nuestra opinión de cara a las consecuencias que pueden traer este tipo de medidas.

En primer lugar, hemos observado la aplicación de estos recortes en los centros educativos, no sólo a través de los medios de comunicación, sino también en nuestro medio, en nuestras aulas. Recortes como las reducciones en el número de profesores en los institutos, la eliminación de horas de tutorías, la reducción de oferta de formación para el profesorado, el recorte en el número de profesores de apoyo o la reducción en la variedad y cantidad de asignaturas optativas así como de actividades extraescolares.
También estamos viviendo en nuestras propias carnes las primeras consecuencias de estos recortes. En muchos casos, la masificación de las aulas por la escasez de profesores hace muy difícil su labor, disminuyendo indudablemente la calidad de su tarea educativa; en otras ocasiones, estos mismos profesores tiene que hacerse cargo de asignaturas “afines” en las que no están lo suficientemente formados para impartirlas como se debería.
En el ámbito universitario, a pesar de la implantación de los nuevos planes de estudio, que requieren muchos más recursos humanos, materiales y económicos para llevarse a cabo adecuadamente, se están reduciendo drásticamente las aportaciones a las facultades y departamentos, dificultando el cambio que supuestamente iba a mejorar nuestra educación universitaria.
Pero lo que más nos preocupa de esta situación no son las consecuencias que estamos viviendo ahora, cuando parece que esto no ha hecho más que comenzar, sino las consecuencias que generarán estos recortes a medio y largo plazo en nosotros, jóvenes estudiantes, y en la sociedad.
La primera y más preocupante cuestión que se nos plantea de cara al futuro es: ¿cómo afectará una disminución de la calidad de la enseñanza a la formación de los futuros profesionales de nuestro país? ¿saldrán de nuestro sistema educativo profesionales lo suficientemente competentes y capaces para asegurar el bienestar de nuestra sociedad? ¿o nos echaremos las manos a la cabeza cuando nuestro Estado del Bienestar se resienta por la insuficiente formación  de aquellos que lo sostienen?
No hace falta irse tan lejos para ver a lo que nos pueden conducir estos recortes. Gracias a medidas concretas como la reducción de profesores de apoyo o la eliminación de tutorías, los más necesitados de nuestro sistema educativo, los jóvenes con dificultades académicas, personales o económicas, ya no dispondrán de ninguna ayuda. Cuando una persona no sea capaz de adaptarse al entorno de su aula o de su instituto, no habrá nadie para acompañarle, orientarle y ayudarle con sus dificultades. Con esto, se generará un sistema educativo competitivo y elitista, en el que sólo los más adaptados y los más integrados serán capaces de “superar” la carrera de obstáculos a la que se enfrentarán. Reclamamos dar más a quien más lo necesita.
Aquellos adolescentes que tengan dudas sobre su futuro profesional, sobre qué carrera estudiar, no tendrán a nadie que les informe y les aconseje. Aquellos que no tengan claro si seguir estudiando o dejarlo, no contarán con el apoyo y la motivación de ningún orientador. No sólo eso, sino que seguir estudiando se convertirá en algo poco atractivo, debido a la eliminación de actividades extraescolares y alternativas, así como de asignaturas optativas. Pedimos que la escuela sea un lugar para crear ilusiones y futuro.
La educación en valores, que de por sí nuestro sistema no es capaz de aplicar en las aulas correctamente, se verá totalmente expulsada de éstas, con las consecuencias que eso puede tener para una juventud de la que esperamos actitudes como el respeto, la convivencia o la responsabilidad. Queremos educar personas.

A pesar de todo, también nos preguntamos por las causas que pueden estar detrás de estos recortes, para intentar comprenderlas y encontrar algún motivo razonable para llevarlos a cabo.
Según la situación actual de nuestra economía, estos recortes parecen responder a unas medidas de “austeridad” que se llevan a cabo para mejorar dicha situación. Aplicamos, por tanto, medidas para solucionar la crisis al sistema educativo que, además de no haber tenido ninguna responsabilidad en el desarrollo de dicha crisis, es uno de los agentes fundamentales para el desarrollo social y económico futuro de un país. Por el contrario, a los sistemas financieros que han tenido demostrada responsabilidad en la recesión económica, les rescatamos, les perdonamos sus errores y les apoyamos para que vuelvan a salir a flote. La educación es solución a la crisis, no parte del porblema.
¿En qué otros ámbitos se están produciendo recortes para paliar la crisis? ¿Acaso se están adoptando este tipo de medidas en sectores como Defensa o en los altos cargos del gobierno?

Para finalizar esta reflexión, reivindicamos que no se perjudique, bajo ningún concepto, a los sistemas básicos para el progreso y el bienestar de nuestra sociedad. Que se dediquen recursos a la verdadera inversión para el futuro: la educación. Y que se lleven a cabo verdaderos esfuerzos para desarrollar lo único que puede asegurarnos el futuro: nuestros jóvenes.
Nos entristece pensar que siempre son los más débiles los que sufren las consecuencias de este tipo de medidas, por eso apostamos por una escuela que apoye y de oportunidades a todos los estudiantes, especialmente a los que tienen más dificultades, ya sean personales, económicas o sociales, y que sea capaz de motivarlos en su formación.
Creemos firmemente en la posibilidad de una escuela humanizadora, generadora de cultura y motivadora de valores como el esfuerzo, el respeto, la solidaridad y el compañerismo, una escuela que sea capaz de motivar a los estudiantes, y que no la vean como una máquina aburrida y anticuada que les ofrece muchos conocimientos pero poca educación.
Reivindicamos un sistema educativo de calidad, que esté acorde con las exigencias y las necesidades de nuestra sociedad de hoy en día, y que no ponga nunca los resultados por delante de las personas. Un sistema educativo realista, que afronte de de verdad las necesidades, motivaciones y conflictos de los estudiantes, y que no escatime esfuerzos ni recursos. Queremos una juventud preparada, formada con libertad de pensamieneto, sensata, consciente del momento, comprometida y capaz de afrontar la difícil situación que nos toca y nos tocará vivir los próximos años. Con recortes en educación recortamos en personas, atamos las manos a nuestro futuro.

martes, 15 de noviembre de 2011

Experiencias de mis primeros meses como presidenta

¡Hola!

Como sabéis, desde hace no mucho he comenzado mis andaduras dentro de la JEC perteneciendo al Equipo Permanente.
Quería escribir aquí para que supierais cómo he llegado y qué cosas he podido conocer gracias a este movimiento.

Muchos sabéis que mis andaduras comenzaron no hace mucho tiempo. Pero a lo largo de mi vida siempre he querido encontrar respuesta a todo lo que iba haciendo y lo que iba pasando a mi alrededor: todo lo que me ha ido sucediendo, todo lo que se me ha puesto en el camino, mis experiencias...

Ésto fue haciendo que cambiara mi modo de ver las cosas. Cristo está en esas personas que pude conocer. Está en el desamparado, en el pobre, en la gente que simplemente busca el apoyo de los demás, y que por desgracia, muy pocas veces lo tienen; y en las personas que están allí día y noche por ellos.

Ahí me di cuenta de querer entregarme a los demás.

Después de todo un proceso de plantear mi vida al servicio de los demás, me replanteé porqué no pertenecer a la JEC. Al fin y al cabo es entregar la vida por algo que creo.

Y aquí comienzo con las cosas que me ha replanteado la JEC en estos dos meses:
Cuando llegué a la JEC, y más estando dentro del Equipo, me di cuenta de que no sólo entregas tu vida a los demás, sino que acompañas a personas que también lo hacen, algo que es muchísimo más grande. Muchas veces podemos pensar que estamos sólos, que no todos piensan lo mismo, y hay momentos en los que es así. Aprender a valorar la soledad en ciertos momentos es tan grande como aprender a convivir o a compartir. Y pensar distinto a los demás hace que nos enriquezcamos. No tenemos la verdad absoluta, nadie la tiene, pero caminar juntos por una meta común hace que todo adquiera sentido.

He participado ya en varios encuentros de la JEC, pero voy a hacer especial incapié en el último: el Encuentro del Equipo de Responsables Diocesanos.

Como ya se sabe, soy un ser humano; y como ser humano no sólo tengo alegrías y buenos momentos, sino que también hay momentos duros que te hacen pensar. Como se suele decir: no se aprende de las victorias, sino de las derrotas. Y qué cierto es...

En estos meses, he comenzado a saber lo que es vivir independizada, lejos de la familia, lejos de los amigos,... Y el primer mes se lleva bien (ya sabéis, el subidón del momento), pero luego todo vuelve a su cauce: empiezas a hechar en falta a la familia (peleas con el hermano, discusiones con la madre, que te pongan la lavadora y te hagan la comida,...), a los amigos (compartir cada momento de tu vida, aportar algo a la suya,...).

Y también en un trabajo en el que a veces se siente inseguridad,... Como muchos sabéis la timidez y muchas otras cosas que no voy a nombrar, hacen que una se sienta más insegura.
Aún así sé que es parte de la vida, que es una etapa más, y que hay que vencer todas esas inseguridades para seguir caminando.

Como dije antes, os voy a hablar del Encuentro del Equipo de Responsables Diocesanos, ya que va ligado con lo anterior dicho.
Llegamos el viernes Miguel de Cáceres, Ale de Bilbao, Mª Ángeles de Miajadas y yo (digamos que vallisoletana).
Comenzamos, o más bien terminamos, la noche con una cena y una salida a tomar algo.
Fue muy bien. Un rato de relax, ya que mis miedos me estaban acechando. Comencé a darme cuenta de que, al igual que yo, somos personas con nuestros más y nuestros menos, no sabía porqué tenía miedo de hablar delante de gente que comparte las mismas metas y las mismas alegrías.

Al siguiente día llegaron los demás: Pablo de Palencia, Andrés de Valladolid, Alex y Sara de Salamanca, María y Paloma de Plasencia, Álvaro y Pepe Moreno de Badajoz.

Y continuamos el domingo tras la Eucaristía y la comida.

Como véis, no voy a ir punto por punto para que no se haga eterno, pero cada momento mereció la pena.

Fueron dos días de mucha tensión, de no saber qué decir en qué momento, ya que nunca antes había realizado ningún trabajo así, y era mi primera experiencia en un Encuentro del Equipo de Responsables Diocesanos.
Tras orar y replantear si mi vida va acorde con el Evangelio, me surgieron preguntas como: ¿Qué hago?¿Realmente estoy aquí por los demás? La respuesta estaba clara: sí que lo hacía; pero, ¿de qué modo servía para los demás?

Tras varias conversaciones con Pepe Moreno, Mª Ángeles y Pablo, empecé a replantearme que, todos nos enriquecemos de un modo u otro. Muchas veces creemos que por no saber qué hacer o qué decir en ciertos momentos, es que no estás aportando nada. Y no es así, sino que la manera en la que estás aportando se hace visible de otra manera. Es importante saber que el estar ahí para los demás también es aportar, que si todos aportamos un granito de arena podemos hacer una montaña, y que no hace falta aportar un saco entero si realmente no se está todavía preparado para ello.

También quiero compartir algo que leí en el Twitter de Álvaro que creo también importante. Escribió lo siguiente: “Recién llegado del encuentro de responsables diocesanos con la alegría renovada”.

Desde mi experiencia, sucedió lo mismo. Como comentamos en la Asamblea General: “La característica principal de un cristiano es la alegría”.

La alegría se encuentra en muchos sitios, momentos y personas, y tener encuentros con gente y sentir que has renovado la alegría significa que todo ha merecido la pena.

Y ya me despido, con la alegría renovada y poniendo nombre a mis miedos e inseguridades.

Espero que mi pequeña experiencia de dos meses y pico os haya servido de algo. Al igual que espero que vuestras experiencias me enriquezcan.

Un fuerte abrazo a todos,

Ana